
El silencio puede ser ensordecedor. Durante más de diez años, la ausencia de Donkey Kong en una aventura 3D propia ha sido un clamor silencioso en el corazón de los fanáticos de Nintendo. Especulamos, soñamos e incluso bautizamos a este anhelado proyecto. Lo que no sabíamos era que Nintendo EAD Tokyo, el aclamado equipo detrás de Super Mario Odyssey, no solo estaba escuchando, sino que estaba enfrascado en la creación de una de las obras de plataformas más robustas, creativas y rebosantes de alegría de la historia reciente.
Donkey Kong Bananza, lanzado simultáneamente como el glorioso canto del cisne de la Nintendo Switch y un título de lanzamiento para su sucesora, no es solo un videojuego. Es una celebración, una disculpa y una promesa cumplida. Es, sin lugar a dudas, una obra maestra.
El regreso del rey: Más que nostalgia, una evolución
Desde los primeros compases en la Isla DK, reconstruida con un nivel de detalle asombroso, el juego establece su tesis: esto no es un simple Donkey Kong 64-2. La influencia de la filosofía de diseño de Super Mario Odyssey es palpable, pero adaptada perfectamente al peso y la potencia del simio más famoso de los videojuegos. El control de Donkey Kong es una maravilla; se siente pesado, poderoso y cinético. Cada salto tiene impulso, cada golpe contra el suelo retumba con una contundencia satisfactoria y su icónica rodada es una herramienta de exploración tan divertida como veloz. Olvídense de la rigidez del pasado; este es un DK moderno, fluido y increíblemente divertido de controlar.
Un archipiélago de creatividad: El diseño de los mundos
La aventura nos lleva por un vasto archipiélago secuestrado por un K. Rool más maníaco y carismático que nunca. Cada isla es un mundo semi-abierto, un “reino” temático que explota la creatividad de EAD Tokyo. Desde la “Sinfonía de Chatarra”, una fábrica de residuos tóxicos con plataformas que se mueven al ritmo de una banda sonora industrial, hasta el “Atolón Coralino”, un paraíso acuático con secciones de buceo que superan con creces a las de cualquier juego anterior, la variedad es asombrosa.
El objetivo principal es recuperar los Plátanos Dorados, los cuales están escondidos con un ingenio endiablado. Algunos requieren proezas de plataformas puras, otros la resolución de puzles ambientales, y muchos otros solo pueden ser alcanzados utilizando las habilidades únicas de los diferentes miembros de la familia Kong.
La Familia Kong en su máximo esplendor
Aquí es donde Bananza se desmarca de su primo fontanero y forja su propia identidad. En puntos de cambio designados (los clásicos barriles de “tag”), podemos alternar entre cuatro miembros del clan, cada uno esencial para la exploración.
El poder de DK
Donkey Kong es la fuerza bruta. Su capacidad para mover objetos pesados, activar interruptores con sus golpes sísmicos y usar barriles explosivos lo hacen indispensable para abrir nuevos caminos.
El factor Diddy, Dixie y Cranky
Diddy Kong regresa con su agilidad incomparable, su Cacahuetola y un Barril Volador (jetpack) que permite una movilidad aérea sostenida, ideal para alcanzar plataformas lejanas. Dixie Kong, por su parte, es la reina del control aéreo gracias a su coleta helicóptero, que le permite descender lentamente y obtener un impulso extra en sus saltos. Finalmente, y en una adición genial, Cranky Kong es jugable por primera vez en un plataformero 3D, usando su bastón para rebotar en superficies peligrosas (al estilo Ducktales) y para resolver puzles que requieren la sabiduría de un veterano. Esta sinergia entre personajes es el corazón del diseño del juego y hace que revisitar los mundos sea una delicia.
Portento técnico y banda sonora para la historia
He jugado la mayor parte de mi partida en la sucesora de la Switch, y el resultado es impecable: una resolución cristalina y 60 cuadros por segundo sólidos como una roca. El nivel de detalle en las texturas, la iluminación volumétrica y las animaciones faciales de los Kongs establecen un nuevo estándar para Nintendo. La versión de la Switch original, según he podido comprobar, es un milagro técnico que funciona admirablemente a 30fps con resolución dinámica, pero la experiencia definitiva reside, sin duda, en el nuevo hardware.
La banda sonora merece un párrafo aparte. Contando con aportes del legendario David Wise y el equipo de sonido interno de Nintendo, la música es una mezcla sublime de nostalgia y novedad. Remezclas orquestales de clásicos como “Jungle Japes” conviven con nuevos temas de jazz, ambient y rock que se adaptan dinámicamente a la acción. Es, sencillamente, una de las mejores bandas sonoras de la década.
Veredicto final: Un clásico instantáneo
Donkey Kong Bananza es un triunfo en todos los frentes. Es un juego que entiende su legado, pero no se deja encadenar por él. Es una aventura generosa, desbordante de contenido, secretos y un carisma que te hace sonreír de principio a fin. Nintendo EAD Tokyo ha logrado la proeza de crear un plataformero 3D que puede mirar de frente a los mejores trabajos de la compañía, estableciéndose como un pilar fundamental junto a Super Mario 64, Galaxy y Odyssey.
Es el juego que los fans de Donkey Kong hemos deseado por más de veinte años. Un clásico instantáneo y el primer contendiente indiscutible a Juego del Año 2025.